Recientemente visité el cañón de Añisclo. Lo encontre en su esplendor. El otoño cubría con su gama de colores uno de los pilares de nuestro pirineo. Con solo mirar a nuestro alrededor, Añisclo estremece; es lo que tienen ciertos lugares con un cierto encanto especial, y Añisclo desborda esa magia por los cuatro costados.
Vista del cañón camino de San Urbez
Los colores del otoño invaden todos rincones
El río Bellos, de aguas turquesa, discurre por el fondo del impresionante cañón
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